martes, 13 de febrero de 2007

A Anacarda, amiga

Renunciar a la poesía por la poesía misma,

Cardo, flequillo cardado, la hermana de María,

Cajús, en definitiva, con nombre de mujer.

Soslayo en cada palabra,

Sorpresa en cada verso,

Mezquino quien no te crea,

Salud, bienvenidos todos.

¡Qué de tiempo que sin que te pases!

Ornitorrinco baqueteado en la sima

Proverbial de ancestros parecidos.

Semejantes.

El alma aún abierta a flor de piel

Piel.

Ése es el contacto.

Acercarse a la idiocia, sobrepasándola con creces,

Rozándola apenas,

A un milímetro,

Sobrepasándola con creces.

Luz de la mañana, reflejo de la aurora,

Vienes del sur y hacia poniente te diriges

Poniendo en cada soneto una

Palabra de amar

gura.

Movidas,

Fotos,

Calendarios fuera de temporada,

A la sombra de un ombligo tempranero,

Resguardado por la camisa marrón,

Parte integrante de un equipo de montaña,

Siempre añejo, siempre lejano,

(anejo sólo es un poco distinto de añejo)

Nunca a la mano.

Qué calor, qué bien vendría, a estas alturas, una poquita de sombra en la que resguardarse.

A ti, Anacarda, amiga,

de la mi pluma.

No hay comentarios: