Cáliz que permuta el viento,
miserere, miserere;
promesas maltraídas, adocenadas,
miserere, miserere;
las puntas de las botas del marinero
que, de campaña,
se ha bajado al puerto,
ha dejado el barco,
miserere, miserere;
calientes los místicos,
miserere, miserere;
candidatos mentecatos
salvavidas pizpiretos,
miserere, miserere.
Cayena para todos,
que luce el flequillo altanero,
perlas miserables cuyo
brillo es mate,
cuyo brillo es mate.
Miserere, miserere
martes, 11 de diciembre de 2007
lunes, 10 de diciembre de 2007
Recuerdos
That was not a marriage made in heaven
Recuerdo la noche plateada,
de acacia el molinete
pendenciero.
Recuerdo el amanecer perlado,
en busca del bonete
pedigüeño.
Recuerdo la llegada del sereno
(primera acepción)
mordaz.
Recuerdos moleculares de arcilla del pasado
reciente y pasado pretérito pasado;
recuerdos de las antorchas que portaban
las hormigas hogareñas que daban sombra a su paso.
Recuerdos atómicos y mancillados por el volátil
paso,
ligero y aguado,
de la cuerda que denuncia once veces el pasado,
de la cuerda que once veces repite lo acordado.
Recuerdo la noche plateada,
de acacia el molinete
pendenciero.
Recuerdo el amanecer perlado,
en busca del bonete
pedigüeño.
Recuerdo la llegada del sereno
(primera acepción)
mordaz.
Recuerdos moleculares de arcilla del pasado
reciente y pasado pretérito pasado;
recuerdos de las antorchas que portaban
las hormigas hogareñas que daban sombra a su paso.
Recuerdos atómicos y mancillados por el volátil
paso,
ligero y aguado,
de la cuerda que denuncia once veces el pasado,
de la cuerda que once veces repite lo acordado.
Etiquetas:
eterno retorno,
pobreza,
religión,
sinceridad
domingo, 9 de diciembre de 2007
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Es tan evidente que casi daña
a los oídos
y a la vista
y al ombligo
(hacia fuera, bajorrelieve de trazo grueso),
que casi
marchita las pupilas del viento
mañanero que perpetra su función
a conciencia pura.
Que haya siempre que aguantar esta serenata
desviada y aburrida.
Que no se pueda una sumar al carro de las
desdichas
de los monstruos egoístas y envidiosos.
Es tan evidente que de perspicaz
se muestra malévolo y ausente.
Es tan perspicaz que la evidencia
padece las bilis y la hiel,
carcamal de un payaso malnacido,
de un payaso bienintencionado
de baja cuna, de pétreo busto
de armiño rancio.
Resiente, ¡resiente!
a los oídos
y a la vista
y al ombligo
(hacia fuera, bajorrelieve de trazo grueso),
que casi
marchita las pupilas del viento
mañanero que perpetra su función
a conciencia pura.
Que haya siempre que aguantar esta serenata
desviada y aburrida.
Que no se pueda una sumar al carro de las
desdichas
de los monstruos egoístas y envidiosos.
Es tan evidente que de perspicaz
se muestra malévolo y ausente.
Es tan perspicaz que la evidencia
padece las bilis y la hiel,
carcamal de un payaso malnacido,
de un payaso bienintencionado
de baja cuna, de pétreo busto
de armiño rancio.
Resiente, ¡resiente!
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