jueves, 31 de mayo de 2007

La mano que acucia al nervio

La mano que acucia al nervio
de lenguaraz cometida,
soterra, valga o no valga,
el parecido con ella.
Resiente de sus canteras adormecidas
y en vela,
el cantar de amanecida de una
muestra de parterre.
Pero esa mano, encallecida
y con una peculiar marca, de una herida
antigua,
sobre el nudillo del índice,
que blanquea la piel,
y no la afea,
la blanquea,
acucia al nervio para
sí misma,
acucia al nervio para
ella misma,
acucia al nervio,
denosta al cuerpo.
Los brebajes que ha tomado
de poco le han servido hasta ahora.
Tan sólo para engañar
al estómago ingenuo y caliente, que espera
alivio.
Pues es la mano quien acucia al nervio.
Con su mancha blanca,
con su forma de blanca
mancha.
Sobre el nudillo del dedo índice
no hay pelo.
Hay una mancha blanca, que afea
al hombre.
No a la mano, al hombre.
Te puedes imaginar manchas similares
por todo el cuerpo,
causadas por distintos accidentes,
de naturaleza distinta cada uno de ellos.
Y ninguna afea tanto,
al hombre,
como la mancha blanca,
que acucia al nervio,
sobre el nudillo del índice
derecho.
Por derecho, derecho.