Al final vienes a las mías
y te arrepientes
y lloras
y se te caen los mocos.
Por mucho que me fustigues
ahora
caes tú más,
que alto has volado.
Sierpes de melancolía
se arrastren por tu interior
palpando tu yo interno
para así hacerte caer
en la cuenta
de tu error sumo y último.
Acabando
la corrida
vienes a las mías,
arrodillado y sumiso,
humillado, no aún tanto.
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