martes, 30 de octubre de 2007

Cancionero

Que no salpique
del cremar oscuro
las negras nubes,
los amplios nubarrones.
Que el amor que por él
manifiesta tu pupila cargada
revierta en billetes,
que la vida no es gratis.
Pervierte al azahar el calor
de la mañana de octubre,
que no son horas,
que no son horas,
que no son horas.
Relumbra...
relumbra...
¡Que relumbre la vida
y la pausa (paréntesis)
y la omisión!
Que ya me tienes harta de decir
y no sentir.
De sentir y de callar.
En cancionero me transformas
la vid que vimos crecer.
En cancionero me transformas
el tubérculo que fermentamos.
Sal ya de aquí,
con viento,
fresco.

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