Y mi hermano gemelo
tenía, tenía
sus hombros de
pera, de pera.
Y mi hermano gemelo
caía rodando al suelo
como alma
en pena, en pena,
por sus hombros
de pera,
de pera.
Antes de que su cuerpo
(de pera, de pera)
tocara el suelo,
de pena, de pena,
se cruzó por mi mente
(en standby)
una lástima eterna:
"¿Son mis hombros
de pera...
de pera?"
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