lunes, 18 de enero de 2010

El siglo

A mí me ha visto pasar el siglo
De puntillas
Por las mentes de los mal aconsejados,
A balazos de los brazos
De aquellos enemigos de lo recto,
Con sorpresa y mucho halago
En quien tiene referencia de
Lo que importa…

A mí me ha visto pasar el
Siglo
De principio a que ha acabado
Como ha acabado
Si es que ha acabado.

A mí me ha visto
Pasar el siglo
Y yo, de reojo, lo he
Mirado como el pan a la levadura
Fresca.

Perspicaz el paragüero del
Animal enjaulado,
A mí me ha
Visto el siglo pasar
A su lado,
Él al mío, del reo al nicho.

Jumento perpetuo de mirada
Salaz y azulada
Que me ha
Visto pasar el siglo
Y canten a sus espaldas.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Oiga usted, soy un gran admirador de su obra, en un siglo en el que la figura del intelectual ha muerto y la inmunda información ha sustituido a la sabiduría que solo otorga el selecto conocimiento. Mas sepa que algunos como yo, (Zebrín), agotados de la figura del hombre, habiendo aprendido de los errores de su especie, hemos inaugurado un nuevo ejemplar, el Zebro, que espero pueda sustituir esta falaz e irrisoria tragicomedia del Mensch. Habiendo dicho esto, me retiro de este pequeño intercambio espiritual en el que no dejo de mantener esperanzas amargas (pues toda esperanza es amarga), invitándole a que pueda contemplar, a principios de este siglo, la nueva figura de la especie que definitivamente llevará el espíritu de España, de la poesía y del Buen Gusto a los altares que buenamente se merece. ¡Arriba!

María dijo...

Debería darle vergüenza, señor Carril. Hacerse pasar por el gigante Zebrín es un insulto y una ofensa que, de una forma u otra (más bien otra, calculo yo), va usted a pagar.
Probablemente parte del castigo consista en que alguien, con un agudo sentido de la justicia, le está obligando a que usted aplique la fuente de los indeseables (Comic Sans) a los títulos de su ignominioso blog.
No es un mal principio.
Por otra parte, no puedo más que ceder ante la impecable lógica (férrea, diría) del contenido de su mensaje.
¡Salud!

Unknown dijo...

Oups, me ha pillado usted, doña Olegaria. ¿Qué tiene que hacer un joven cualquiera, atrapado en una sociedad nihilista desconocedora de todo lazo afectivo auténtico, frente a una figura como usted, mítica y a la vez ilustrada, que ha tenido la dicha de tocar la sabiduría? Me avergüenzo de mi acto, si es que aún me queda vergüenza. ¿Qué hacemos aquí en lugar de estar enarbolando la bandera de España, desarticulando esa mafia de mediocres que llaman democracia, exaltando valores como el deber y el matrimonio? En su lugar henos aquí, en el pozo nauseabundo del reggaeton, portando aros gigantes en las orejas como los extranjeros y los bárbaros, etc. Dramática situación, señora.

María dijo...

Dos aclaraciones: 1. No puede usted hacer nada, señor, porque es cuestión de SER, no de hacer, y como ya no quedan hombres, no hay "jóvenes", como usted dice, que puedan hacer lo que toca.
2. Frente a mí no puede haber nadie, porque yo no tengo igual.

Rehágase, caballero, un poco de dignidad.
María.
PD. Aros gigantes en las orejas los llevará usted. Lo que es YO llevo vírgenes mis lóbulos.