Zumbidos nihilistas
en el oído del ratón de biblioteca.
Chasquidos de satisfacción vacía
en la pupila del voraz buitre de oficina.
Murmullos cariacontecidos
torturan la piel del burro de carga.
Ecos, susurros, runrún.
Rumores que revientan las
almenas de pastizal remendado
que un anhelo presiente
en la noche posterior al desencanto
del mozo
llamado a filas.
Presbítero de mis entretelas
encauza las notas de tu lira
y no permitas que permitan
a aquellos pobres de solemnidad
acabar con la tristeza.
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